Educar con efectividad


Esta noche quiero compartiros mi mal momento vivido la tarde-noche del pasado jueves. Mi hija Lucía, a la que adoro, tiene algún que otro problema de atención y de concentración, y además debido a su coeficiente intelectual tiende a confiarse en determinadas situaciones, aún es pequeña, se que muchos me lo vais a decir o lo vais a pensar, pues hasta el próximo 30 de diciembre no cumplirá siete años. Pero yo siempre he oído decir que al arbolito hay que enderezarlo desde pequeñito.

Entre su increible imaginación que confunde a veces con la realidad, no quiero llamarlo mentiras, aunque pongo todos los medios para atajarlo y su fácil distracción, Lucía tenía que hacer un trabajo que si no llego a sacar el látigo, en el sentido figurado claro, aún no lo habría terminado.

Al final, el trabajo se finalizó el día antes de su entrega, con prisas, agobios y alguna que otra regañina hasta que su actitud me sacó totalmente de quicio, para colmo se estropeó la conexión de ADSL el día que más trabajo tenía y la chica de Movistar tan sólo fue capaz de decirme que era debido a que el modem necesitaba una actualización de firmware, y que claro ¿que mejor forma de avisarte que el aparato maldito deje de funcionar? En fin, pero de ese tema os hablaré otro día.

Tras el jueves negro y un remordimiento que no me dejó pegar ojo, amanecí el viernes llena de tristeza por haber tenido algo más que palabras con mi hija. Enseguida mi madre puntualizó, ¿que quieres si es como tú? A lo que yo le respondí pues por eso mismo, no quiero que sufra algunas cosas que he sufrido yo.

La verdad que hace algunos meses que Campanilla no se atiene muy bien a razones y los castigos de copiado no parecen hacerle ya mucho efecto, entre otros motivos porque mi marido se los acaba levantando, y han perdido bastante eficacia, yo no levanto castigos ninguno, ya que éstos están para cumplirlos.

Así que se me ocurrió probar una estrategia nueva, requisarle toda su ropa, os aseguro que es lo que más le duele ya que es super presumida. Y ha surtido su efecto. Ayer llegó del cole a casa y rápidamente se fue a recoger su cuarto, y eso era algo que tenía que repetirle mil veces al día, después recogió sus utensilios de la mesa y los metió en el fregaplatos. A continuación subió a hacer la tarea que trae para la próxima semana, y entonces recupero tres prendas. Una prenda por cada cosa que haga bien.

Hoy ha hecho un trabajo voluntario para Conocimiento del Medio le he devuelto seis prendas más, ha recogido perfectamente su cuarto y le he devuelto otra más. Y ahora le he propuesto que se lea un libro en el puente y le daré 50 prendas más.

Lo que quiero es que comprenda que las cosas hay que trabajarlas para ganarlas y esto de tener mucho y en cantidad a veces hace que los niños no valoren lo que tienen.

No sé si he hecho bien o a lo mejor he sido demasiado dura, pero creo que puede servirle para ir centrando un poquito sus obligaciones.

Hoy hemos tenido un día super feliz y todo ha vuelto a la normalidad. Supongo que serán pequeñas crisis maternales pero se te rompe el corazón cuando tienes que imponerte y cabrearte.

Buenas madrugadas.

Publicado por anaroski

Social Media Manager, casada, madre de tres hijas. Amante de las nuevas tecnologías, soy blogger católica.

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